BIOGRAFIA
El 18 de marzo de 1914, bajo la mirada escéptica del muchos y la contemplación entusiasta de unos cuantos, el Gimnasio Moderno abrió sus puertas en Bogotá. A la cabeza de esta empresa educativa estaba Agustín Nieto Caballero (1889-1975), un joven bogotano de formación europea, empapado de las nuevas corrientes pedagógicas que recorrían el viejo continente y Norteamérica, y adalid de la escuela nueva, particularmente de las propuestas pedagógicas de María Montessori (1870-1925) y Ovidio Decroly (1871-19329), las cuales, adaptadas a la realidad y la cultura nacionales, inspiraron la creación del Gimnasio Moderno y las demás empresas emprendidas por don Agustín en el ámbito educativo.
Bajo la orientación de Nieto Caballero, el Gimnasio Moderno adoptó postulados pedagógicos de origen europeo, fijándose desde un principio el cometido de modernizar sin extranjerizar. El naciente colegio se concibió como un centro de enseñanza por y para la vida. Su horizonte fue la formación integral de sus alumnos, es decir, la fortificación del cuerpo y el alma, tenidos por elementos indivisibles del individuo y ámbitos inseparables en su formación. Tales aspiraciones fueron acuñadas por don Agustín en el lema: "No sólo instruir sino también educar", o sea, moldear el carácter y formar moralmente a las nuevas generaciones. Junto a este lema, la vida del Moderno y en general la obra educativa de Nieto Caballero, tuvieron como sello distintivo la búsqueda de una educación fundada en los conocimientos científicos de la pedagogía y la medicina escolar, y en ideales de tolerancia, libertad y rechazo a todo tipo de sectarismo. De la mano de don Agustín, el Moderno se propuso forjar ciudadanos que gracias a su formación fueran capaces de dirigir los destinos de la patria e intensificar la cultura propia. Con este fin el Gimnasio, además de procurar la formación integral de sus estudiantes, buscó que éstos se vincularan a la realidad nacional a través del contacto directo con distintas regiones del país y la participación activa en instituciones de labor social.
En su constante desvelo por la educación de los colombianos, Nieto Caballero manifestó que era urgente renovar el magisterio. Para él, la misión del maestro era formar ciudadanos, que a su vez formarían la nación. En tal sentido, la preparación de docentes imbuidos en las nuevas corrientes pedagógicas y dispuestos a trabajar en el mejoramiento de la educación nacional fue la piedra angular de su propuesta educativa. Como rector del Gimnasio, buscó crear un cuerpo docente que encarnara los ideales del colegio.
Para esto, además de recurrir a maestros extranjeros, impulsó los nuevos planteamientos pedagógicos. Como inspector de Educación Primaria y Normal (1932-1936), Nieto Caballero buscó elevar el nivel del magisterio. Con este fin, organizó cursos de información para maestros, impulsó reformas educativas y participó en la reestructuración de las escuelas normales y en la fundación de la Facultad de Educación de Bogotá.
La propuesta educativa de don Agustín, al igual que su obra en el Gimnasio Moderno, fomentaron el interés nacional por la educación y fueron motivo de reconocimiento internacional. A mediados de los años veinte, el Gimnasio Moderno fue reputado como la capital de la escuela nueva en América Latina y como el centro de difusión de sus ideales. Nieto Caballero entró por lo demás en contacto con pensadores latinoamericanos vinculados a la lucha de renovación educativa en sus países, y ocupó un lugar destacado en países europeos vanguardistas en el campo de la pedagogía.
Pero más allá de los reconocimientos formales, don Agustín marcó un hito en la historia de la educación en Colombia, y tanto dentro como fuera del país, se consagró como intelectual reformista, que hizo de su vida una lucha constante por la renovación educativa a través de la creación de un nuevo maestro y la modernización de los conceptos de escuela y pedagogía.
SUS OBRAS; escritas básicamente están compuestas de artículos periodísticos, entrevistas, informes, crónicas y discursos, los que fueron organizados y publicados en varios volúmenes en los principales periódicos y revistas del país.
Entre sus obras tenemos: Nuestra Bandera; Educación Nacional; Reformas de la juventud; El secreto de Rusia; Palabras a la juventud" (1974), Los maestros; Rumbos de la cultura; Crónicas de viaje, Crónicas de viaje (1964), Una escuela, Crónicas ligeras, La escuela de la vida (publicación póstuma); Aspectos de la guerra Europea (1914) y Las cosas escolares y su acción en Bogotá
Acaban de regresar junto con su hermano Luis Eduardo Nieto Caballero a Colombia; e inmediatamente se proponía renovar las líneas fundamentales tradicionales de la educación en Colombia: se propuso entonces: "sacar las clases de las aulas al potrero; poner a los niños a estudiar con cubos de colores; abolir bofetadas, coscorrones, gritos y encierros como medios de persuasión escolástica y ponerlos a recoger chamizas y cucarrones en las faldas de Monserrate y traer profesores de Europa para que implantaran sus novedades en cuestión educativa en el colegio por él fundado". Para tal creación se asesoró de excelentes ciudadanos bogotanos, como fueron: José María Samper, Ricardo Lleras Codazzi y Don Tomás Rueda Vargas. Con éstos fundó el Gimnasio Moderno en el barrio "Calderón Tejada" de Bogotá, en una casa que consiguió para dicho fin, ya que venía contagiado del entusiasmo por los modernos métodos educativos y, el cual hizo extensivo a sus compañeros. El siguiente paso que dio fue el de establecer el kinder con le nombre de "Villa Adelaida" en la casa donde hoy se encuentra el gran Vatel. Dicho establecimiento educativo fue creado como "Centro experimental y Unidad piloto de la Educación Nacional".
En la actualidad, se rige por las normas que le señalara su fundador, y la revolución de que fue apóstol él (Agustín Nieto Caballero) es "hoy una tradición consolidada. Pero queda su espíritu, que es menos asimilable. En aquello de los jardines infantiles, de las excursiones escolares, del césped y las flores y el aire libre y las palomas, hay algo de inevitablemente espectacular; todo ha sido copiado con profusión en innumerables establecimientos de enseñanza; los cuales no podrían solamente sobrevivir si se quedaran atrás en estas particularidades. Lo que no se sabe todavía es sí aquellas agencias corresponden a conceptos fundamentales del intelecto y de la conducta, que les infundan vitalidad y sentido", decía Juan Lozano y Lozano en 1958. Comenzó a construirse el actual edificio en 1919, en unos potreros cercanos al lago "Gaitán", lugar que por aquella época era sitio favorito para que los bogotanos fueran a recrearse en las tardes soleadas.
Los planes iniciales fueron hechos por un arquitecto estadinense, de apellido Harrington, y fue quien levantó las construcciones al estilo de los más clásicos colegios de Inglaterra o de los Estados Unidos. La capilla fue construida después en estilo moderno.
El gimnasio moderno llegó a ser y, es en realidad un colegio célebre más allá de Colombia y de toda América Latina, porque ha ejercido una gran influencia en la organización de las escuelas nuevas del resto de los de los países de América. Su historia está llena de sufrimientos y de éxitos, de glorias, como aquel episodio del 9 de abril de 1948, cuando tal edificio sirvió de sede a la conferencia Panamericana. Todos sus rincones están impregnados del espíritu que le infundiera su fundador, y de las varias generaciones de alumnos que allí crecieron y templaron sus espíritus para convertirse luego en los ciudadanos probos y prestantes, ya que ha influido con gran notabilidad en la orientación cultural y en el progreso intelectual de la clase dirigente y política del país. Lo interesante aquí es hacer notar que un hilo conductor jamás interrumpido va de las palabras que encarecieron la importancia de la colocación de unos cimientos del primer edificio del colegio Gimnasio Moderno, el cual liga en unidad resplandeciente y venerable la vida, el pensamiento y la obra de su fundador, al decir de Juan Lozano y Lozano.
Al iniciarse el presente siglo, en la década, Colombia buscaba un camino entre la niebla; entonces un puñado de jóvenes se lo dio cuarenta años después: fueron ellos: Luis Eduardo y Agustín Nieto Caballero (hermanos) quienes por su talento, por su virtud, por su cultura dieron su valiosísimo aporte, como pocos, a la renovación de las bases de la convivencia social, al crear y formar en las conciencias juveniles un respaldo necesario para cimentar las ideas nobles y las instituciones de la patria, la que se encontraba agobiada y azotada por la tan larga guerra civil, que venía del siglo anterior y que pretendía seguir en el actual, sin que tuviera fin y objetivos que la justificaran.
Agustín Nieto Caballero, quien desde las aulas de su Gimnasio Moderna entregó a la niñez y a la juventud del país un nuevo sistema y un método de aprendizaje que se podía resumir a grandes rasgos con una frase que él repetía con frecuencia: "educar antes que instruir", y en que su aplicación entregó a Colombia generaciones de hombres de bien que han luchado por su tierra y su gente, desde los diferentes medios profesionales a los que han estado vinculados.
Don Agustín Nieto anduvo en varias ocasiones por Europa, en busca de los mejores sistemas y métodos pedagógicos y educativos propios para implantarlos en la geografía Colombiana; en 1925, logró conseguir una misión pedagógica o un cuerpo de docentes para que vinieran a indicar al profesorado colombiano la manera de corregir los defectos y las fallas de la educación que se venía impartiendo, tanto en el Gimnasio Moderno como en el resto del territorio nacional. Tal misión estuvo orientada por el doctor Decroly, y por un equipo de especialistas: uno en ciencias naturales, otro en trabajos manuales y educación física, otro en matemáticas y en ciencias físico-químicas, y por último, la señora Nossin para el jardín infantil. Opinaba don Agustín hacia 1925 que, tratándose de instrucción pública, en Colombia no se había dado con la verdadera solución al problema y, que debería venir una misión de técnicos en educación a fundar y organizar una escuela normal, para que formara maestros que orientaran la instrucción primaria y secundaria en el territorio nacional. Igualmente opinaba que el personal que fuera a integrar dicha Escuela Normal debería ser escogido entre los más distinguidos profesores de los diferentes departamentos del país, considerando sólo su vocación pedagógica.
También fundo las cajas, las colonias escolares y los restaurantes escolares y otras obras para proteger a los niños y que dieran su afecto social, tanto en los padres y allegados de los alumnos como de la sociedad en la cual deberían perdurar y tener una vasta prolongación. Su apostolado, no sólo fue de desinterés sino también fue de generosidad. Todo lo puso a contribución de la educación de la niñez y de la juventud colombianas, durante más de 60 años: sus capacidades, su fortuna, el tiempo y su entusiasmo. De sus elevadas ideas se desprendía su inmenso amor a la patria y, yendo más lejos, poseyó y proyectó un extraordinario e inolvidable amor a sus semejantes (filantropía). "El niño - solía decir - es un futuro servidor de la república, al cual es preciso adiestrar. Es un montoncito de carne y de conciencia que es preciso hacer lumbre. Pero ese noble aspecto de ciudadanía activa y de ética requiere la mirada del educador". Esa mirada así, vasta e intensa, dirigida al conjunto de los factores que se deben tener en cuenta en la educación y formación de los jóvenes fue la que tuvieron los ojos de don Agustín, los cuales siempre estaban joviales y bondadosos a cualquier situación que se presentara en sus alumnos. Al arribar a la plena primavera de los 20 años, sintió la vocación pedagógica que constituyó el norte de su existencia. Entonces, se dedicó a visitar escuelas, a meditar ardientemente, a estudiar con fe y con ahínco, a leer libros que trataran sobre educación y filosofía de la educación, pero puesto su espíritu en su patria todo momento. Durante su estada en Europa, se propuso a venir a Colombia a provocar un cambio radical en el sistema educativo imperante en ese momento y a procurar traer para los niños y a los jóvenes las mismas comodidades y ventajas de que vio disfrutar a los europeos, merced a las recientes innovaciones pedagógicas de allá. La idea que trajo de crear y establecer un colegio, un gimnasio, fue una obsesión suya. El puñado de amigos de que se asesoró para tal empresa como dijimos antes, le apoyó tal idea, le entusiasmó y le colaboro en todas las maneras posibles hasta ver realizadas sus iniciativas e inquietudes, a costa de desvelos y de invertir grandes cantidades de dinero de su personal fortuna, siendo así como llegó a ser célebre dicho plantel, no sólo en Colombia sino en toda América, a lo largo de más de 60 años de continuas labores escolares.
A parte de su personal preocupación por su colegio al que quiso como la niña de sus ojos, también eventualmente desempeñó algunos cargos públicos de responsabilidad y de honor en la administración pública y en el ramo educativo: Director General en Educación, de 1932 a 1936, desde donde adelantó reformas a la enseñanza primaria y secundaria, a la Universidad y a la Escuela Normal; fue rector de la Universidad Nacional durante la administración Santos (1938-1941); embajador de Colombia en Chile en 1942-1943; asistió como huésped de honor al Congreso Mundial de Educación, reunido en 1936 en Chetenham, Inglaterra; fue como presidente a la Quinta Conferencia Internacional de Instrucción Pública, reunida en Ginebra en 1936; presidió la delegación de Colombia a la Segunda Conferencia Mundial de la Unesco, efectuada en México en 1947; acudió en calidad de jefe de la Delegación de Colombia a la Xll Conferencia Internacional de Instrucción Pública que se reunió en París en 1949.
Al cumplirse los 50 años de la creación y fundación del Gimnasio Moderno en l964, el gobierno colombiano le otorgó la orden de Boyacá en el grado de Gran Oficial. A partir de 1959, don Agustín ocupó un sillón en la Academia Colombiana de la lengua. Arribó a los 80 años de edad en perfecta actividad intelectual y en correcto funcionamiento de sus facultades mentales, ocasión en la que fue objeto de diversos homenajes de carácter social en Bogotá. Estuvo al frente de la rectoría del Gimnasio Moderno hasta sus últimos días. Finalmente falleció a los 86 años en Bogotá el 3 de noviembre de 1975.
APORTES PEDAGÓGICOS;
Vivió este gran pedagogo más de 60 años en medio de los jóvenes y al frente de ellos, ya fuera como adalid y conductor de la reforma a al educación que se propuso, a partir de 1914;ya como precursor, ya como rector de la universidad Nacional, ya como fundador y rector de su colegio "el Gimnasio Moderno" de Bogotá. A sus alumnos les ayudaba a solucionar problemas y a orientarlos en sus momentos de inseguridad. Fue un idealizador y un galvanizador, pues a los jóvenes, el animiso pedagogo dirigió sus ideas educativas a través de mensajes, discursos y conferencias en los que resaltan su energía creadora y su vigor espiritual.
Fue educador de la juventud, agitador de temas relacionados con la enseñanza. Se caracterizó por "su rectitud fundamental, su ardor apostólico, su desinterés, su laborar insomne, su capacidad de lucha y sacrificio, su valor civil, su patriotismo ardiente. Fue un hombre que a la altura de su carácter y a la pureza de su vida, unió capacidades excepcionales. Su obra sobre educación, en lo escrito nada más habría colmado una vida", opina Juan Lozano y Lozano.
Además de sus escritos y de su labor personal frente al colegio y a sus alumnos, viajó mucho por todo el mundo en busca de conocimientos y visiones nuevas sobre educación humana y sobre métodos pedagógicos novedosos. Poseyó el mérito adicional de haber sido un gran escritor, fluido, pungente, en cuya prosa la ironía atempera la sabiduría, y también fue uno de los mejores oradores del país. Dictaba conferencias sin límite, sobre vulgarización de los modernos métodos y sistemas educativos y pedagógicos, de fe y de confianza en los valores humanos y sociales del pueblo colombiano, de encendida devoción por el bien, por la familia y por la república. Introdujo en el hospicio los sistemas de la pedagoga italiana, María Montessori (1870-1952). Dictaba eruditas lecciones de pedagogía comparada a los profesores de su establecimiento educativo. Su convicción por la educación, su bondad por la sencillez y su optimismo en las actividades educativas desarrolladas en pro de la juventud colombiana, las propagó, las difundió mediante escritos, luchando, dictando conferencias y disertaciones sobre asuntos pedagógicos y formadores y, así quiso sacudir a la nación entera. Todo fue tocado por el fuego de su convicción indeclinable de educar, de orientar, de formar hombres capaces y útiles a la patria, desde el obrero, desde el modesto padre de familia hasta tocar los altos poderes del gobierno. "La reforma trascendental se da transformando a los maestros " solía decir. Su predicación fue constante, porque la causa a que servía era causa sagrada: la de la patria y la del porvenir.
Al colocar la primera piedra para echar los cimientos del edificio del Gimnasio Moderno, don Agustín decía: "He ahí el problema primordial: la educación interior, el desenvolvimiento armónico del espíritu y de los sentimientos que buscan una espontánea exteriorización… El Gimnasio intenta la formación del hombres rectos y viriles, de ideales altos, de mentalidad cultivada, capaces de impulsar el naciente progreso del país… intentamos salvar las almas de los futuros ciudadanos de la vulgaridad, de la pedantería, de la superficialidad… todo lo que expande la vida y le da noble sentido - sentimientos morales, religión, emoción artística - encuéntrase latente en nuestro programa de educación completa… un concepto social y esencialmente nacional informa nuestro ideal educativo. Preciso es dar a la educación un carácter de eficacia social; desarrollar plenamente al individuo, no como una unidad aislada que ha de brillar por su superioridad, sino como un miembro de una comunidad a la que ha de enaltecer. El individuo pasa; sólo la colectividad permanece. Ahora bien: Ni un solo momento es posible olvidar que estamos educando a personas colombianas. No podemos desvincularnos de las raíces hondas de nuestro propio ser, si no queremos perder la savia de nuestra personalidad…".
Algo singular que hubo y aconteció en el pensamiento colombiano de las últimas décadas del pasado siglo XlX y primera mitad del sigo XX es el haber existido toda una pléyade de pensadores y proyectos que hicieron de la educación y de la pedagogía su preocupación central.
Para Agustín Nieto Caballero, la escuela es un gimnasio del cuerpo y del espíritu; un medio donde se forjan los hábitos de la vida y del amor al estudio. "Es una pobre educación, decía en 1919, la que no deja en el individuo un interés vivo por la investigación, gusto por el trabajo, afición por los libros, como es una pobre educación, la que no cuida y ejercita el cuerpo, modela el carácter, vigoriza la voluntad, orienta los sentimientos, forma el criterio y pule, sin amaneramientos, los modales".
Hay aquí una critica a la escuela tradicional que torturaba con intrincados textos de estudio, con inhumanas sanciones como el calabozo oscuro y húmedo, el látigo, la regla y la humillación de rodillas. Era también una critica a las condiciones materiales y sociales del quehacer educativo: los tétricos salones de clase, los lúgubres patios de recreo, los examinadores del saber: el cura párroco, el alcalde y otras gentes de bien. Había que romper con todo esto. Y fue precisamente Agustín Nieto Caballero: su ideólogo u precursor. Para él la escuela no era una prisión sino jardín; gimnasio, esto es: taller y laboratorio. Quería ante todo enseñar, no sólo instruir, o mejor "instruir educando". Y agregaba: "ésta es la fórmula. Se pasará siempre de lo concreto a lo abstracto, de lo conocido a lo desconocido. Nunca se dará el nombre de una cosa sin dar con el entendimiento de la cosa".
La cuerda clave de la escuela nueva consistió en enseñar a pensar, a despertar el espíritu, la inteligencia y las capacidades. Su aspiración era iluminar la mente para hacerla consciente y libre. Señalaba que "la enseñanza nueva presenta las cosas antes que las imágenes, antes que las palabras mismas, y las imágenes y las palabras antes que el libro. Esto significa que inconscientemente penetra la lógica en el niño; que encuentra por sí solo.
El modelo de escuela fue la escuela de movimiento, de vida y libertad. "La escuela activa, decía, quiere estar dentro de la vida; es una escuela que busca constantemente oportunidades de trabajo para los alumnos, y la paulatina adquisición de hábitos, no sólo de nociones". Tiene que ser un mundo de alegría.
Vida, alegría y escuela se fundían en un todo en la obra y el pensamiento de Agustín Nieto Caballero. Lo uno y lo otro eran proyecciones evidentes de las realizaciones y reformas económicas que impulsaban las clases dominantes durante las primeras décadas del presente siglo. La alegría es el amor a la vida, es la salud del cuerpo y del espíritu. La Escuela Nueva estremeció a los maestros, a los educadores, los despertó de su pesadez intelectual. "Lo que el maestro sea, esto será la escuela, decía Agustín Nieto Caballero. Los problemas fundamentales de la educación están cifrados en los maestros; en lo que ellos representan, en lo que ellos valgan. De ahí la importancia de su selección y formación". A renglón seguido continuaba diciendo: "el maestro debe poseer las cualidades acordes con su nombre: rectitud en la vida, discreción, tacto, entusiasmo y optimismo. Pero, sobre todo, "tiene que representar al mismo tiempo que una fuerza espiritual una fuerza moral. La mejor lección que puede dar en su propia conducta. La bondad, el decoro, la sencillez, la hombría de bien, de enseñar con el ejemplo, nunca con palabras solamente".
Aunque Agustín Nieto Caballero era enemigo de los maestros escépticos, porque consideraba que ellos debían ser un dechado de vida y entusiasmo, lo hacia para que en la incertidumbre y en la desgracia creciera la imaginación creadora. Formuló una tesis para el educador: "Todo educador debe tener una filosofía" que significaba no que todo educador fuera un filósofo sino que, como quiera que la educación es filosofía en acción, su papel era realizar y transformar. El educador por el contrario, es, forzosamente, un realizador de ideas". En este movimiento pedagógico de la escuela nueva el papel del maestro tiene razón de ser como auxiliar del libre y espontáneo desarrollo del alumno. La escuela nueva traslada el eje educativo, del adulto al niño, de lo social a lo individual.
La pedagogía nueva contempla la renovación de los métodos, no como técnicas sino como modificación de actitudes respecto a la educación. Para Nieto no es posible trabajar con un solo método. Los métodos, decía, han de ser "activos, dinámicos, racionales, propicios al desarrollo de aptitudes innatas y al libre juego de las iniciativas individuales. Han de satisfacer el espíritu creador. Una pedagogía viva ha de inspirarlos".
Desde el punto de vista pedagógico, Agustín Nieto Caballero representa la cristalización del saber pedagógico moderno. De él se puede decir lo que el peruano Luis Bravo hablaba de Ovidio Decroly: Coincide con Rousseau y Comenio en el amor a la naturaleza, con Pestalozzi en su propósito de enseñanza intuitiva, con Herbart en la doctrina del interés, con Montessori en la autoeducación y los juegos educativos."
El proyecto de Nieto Caballero se refugió propiamente en el Gimnasio Moderno y en otros colegios privados, los cuales se dedicaron a la formación de los grupos dirigentes del país. Realmente los nuevos métodos, la "Revolución del espíritu" que propuso, se quedó en las altas esferas de la sociedad colombiana sin que llegara a alcanzar la Escuela Pública, reducida como siempre al ostracismo y a las prácticas pedagógicas tradicionales. Un individuo puede estar instruido y carecer de educación: quizá haya aprendido con toda exactitud las más bellas máximas morales, y puede recitar sin vacilaciones los Mandamientos de la Ley de Dios, y sin embargo su conducta llegue a ser, en el momento más inesperado, la de un bárbaro. Si la máxima y el mandamiento no han penetrado en su conciencia y se han hecho parte constitutiva, sustancia verdadera, de su propio ser.
Nada importará si se olviden las palabras si se retienen los principios como hábitos de vida. En cambio, de nada han de servir las palabras si nuestro comportamiento traiciona su enunciado.
En la escuela primaria donde han de formarse los hábitos constitutivos de esa segunda naturaleza que condicionara constantemente nuestra actividad cotidiana. Es allí donde se aprenderá, al amparo de una organización que refleje la vida ciudadana, a usar de la libertad con responsabilidad, y a no confundir la agitación con la acción, ni el espíritu democrático con el alocado desenfreno individual. y es allí donde se acendrarán los sentimientos de pulcritud personal que dan decoro a la vida.
La civilización nos ha enceguecido a veces con las mismas luces que nos ha traído y ha puesto en nuestras manos espadas de dos filos que usamos sin discriminación. La radio, los prodigiosos instrumentos de cultura, ha servido en críticos momentos y de ello tenemos el amargo ejemplo de estos días, para provocar una epilepsia multitudinaria. La formación de la personalidad es uno de los fines capitales de la educación. No hay que perder de vista que lo fundamental en el ser humano es lo espiritual. La cuestión es distinta si se trata del animal. Pongamos por caso que nos ocupamos de un negociante en porcinos. Su preocupación estará en engordar a su clientela. No le interesará para nada que el animal desarrolle su individualidad. La materia es pues lo capital en este caso. Se trata de arrobas y no de ideas. Con el hombre ocurre directamente lo contrario. Lo corporal en lo humano será siempre un medio, no un fin. A este propósito hemos de tener especial cuidado en el entrenamiento físico, que no podrá dentro de una escuela convertirse en finalidad. Resultaría absurdo desarrollar las habilidades atléticas o deportivas con detrimento de las espirituales, a menos que se trate de una escuela para formar campeones. Repetidas veces hemos hablado de los factores que actúan preponderantemente en la personalidad: la herencia y el ambiente. La herencia estará perenne en nosotros, pero no podemos olvidar que todo individuo hace parte de una colectividad que ejerce constante influencia sobre él y que, quiéralo o no, lo está educando o deseducando sin un día de vocación. El medio forma o deforma. No ciertamente lo mismo nacer en casa cómoda y aireada, rica en posibilidades, que en la covacha miserable en donde no se conoce ni la higiene, ni, muchas veces los más elementales principios de moral.
La influencia del medio es una influencia de cada día, de cada hora, de cada instante. Nunca seremos totalmente independientes o autónomos por que son muchas los fuerzas que actúan en presión sobre nosotros. El ambiente va modelando, va tiñendo, a cada paso lo que la herencia le entrega. Hay una constante concurrencia de estos dos factores en la formación y orientación de la personalidad. Levantan entre los dos la arquitectura espiritual y moral del individuo.
Es uno sólo el proceso educativo en todas las etapas de la enseñanza. A lo largo de esta trayectoria no podemos contentarnos con dar sólo información sino que hemos de bregar por el desenvolvimiento de la personalidad, el afianzamiento de las normas morales y el adiestramiento del espíritu para la resolución de los problemas que la vida ha de plantear a cada ser humano. No es posible estudiar aisladamente los distintos grados de la enseñanza si es que realmente la educación en su conjunto se propone en formar al ciudadano. El espíritu de rectitud en el bien obrar, de que tanto hemos hablado, no puede romperse en ninguna de las etapas de la enseñanza. Tampoco podrá presentar solución de continuidad la preocupación por utilizar métodos activos de trabajo y crear hábitos de estudio que perduren. La formación de la personalidad es un proceso continuo, y en ese proceso no puede quedar ningún vacío.
La escuela colombiana, siempre tuvo la inscripción "Dios y Patria" grabada en su entrada. La escuela nueva intento construir la trilogía "Dios, patria y vida". La palabra vida significa un nuevo mundo, aquel que hablaba del hombre como ser biológico trabajador, activo, parlante, útil a la sociedad, al desarrollo social, y al bienestar de la humanidad. "Dios y Patria" significaba solo la conjunción de la religión y del estado donde la soberanía, la tenia el rey o la iglesia en sociedades como la colombiana, esta soberanía la tenia en forma abstracta y general, el estado en su forma de ley o reglamento y en forma concreta, la iglesia católica con sus discursos y practicas. Con la aparición de la vida y el hombre se erigía como entidad soberana, individual autónoma y libre. Decir vida era igual a decir hombre, individuo. El pleno sentido de la vida, tal como, se concreto históricamente en Europa, se centro más en el hombre que en la figura de Dios o de la Patria. Si bien el Gimnasio fue un colegio activo de disciplina y de confianza, su sentido más profundo y a nivel en campo de la modernización, fue la presencia de Nieto Caballero como hombre, el Don, fueron los símbolos que resonaron en la nación y en el exterior. El hombre, el Don, representaron a la institución, así como la institución lo hizo respecto del hombre. Este modo de representarse, la educación evidentemente dejaba por fuera lo humano, la vida, la mente, la racionalidad y todo el tema de los derechos, las protecciones y la defensa individual que solo años más tarde emergerían en los contextos educativos, cuando el proyecto disciplinar empieza a desaparecer.
Sin lugar a dudas Nieto valorizó la crónica, la hizo pasar del periodismo a la pedagogía, del periodista al maestro, aunque mantuvo y legitimó una crónica que solo se conformó con describir, transmitir y comunicar pero que por no estar atravesada por la investigación, la ciencia, la interpretación no logró cambiar los sentidos, las significaciones y los valores de dominación y poder. Periodismo, hombre y crónica no lograron a mi modo de ver dar cuenta y defender la vida de los colombianos cuando se trataba precisamente de llevarlo a cabo por parte del estado, de la iglesia y de la sociedad civil. La escuela nueva intentaba ser eso, un modo de vivir mejor, de modo más justo, más libre, más digno. La estrategia era servirse de la inteligencia humana o de su razón para lograrlo. ¿Qué hacer ahora? El Estado, la iglesia y la sociedad civil abandonaron el hombre, la razón, lamente y ante su fracaso recurren a las políticas ambientales, tecnológicas, informáticas, neoliberales, es decir a políticas que no tienen nada de humano, de racional, sino que provienen de una exterioridad desconocida, llamada Mercado, Globalización, Información.
Hoy vemos con asombro y temor que nos proponen acercar el periodismo a la información, el hombre al mercado y la crónica a la producción de conocimientos. Estas tres potencias o demonios ¿podrán defender la vida, mejorarla, ponerla como el valor más alto o fracasarán nuevamente como lo hizo la escuela nueva? ¿Agregaremos algún día a Dios y a la Patria, la vida? La apuesta está hecha y los dados tirados, el poder a jugado hacia el desconocimiento del hombre y de su vida, nosotros jugaremos precisamente hacia lo contrario, la defensa de la vida, conocer el hombre, el Homo Saccer (el hombre soberano), la experiencia propia, la intuición, el silencio y la espontaneidad que fueron excluidas desde el siglo XlX en aras de mayor objetividad y cientificidad.
En Colombia es importante pensar la construcción de una pedagogía crítica, por fuera de los modelos de la escuela nueva, la escuela activa, y enfrentando con distancia los modelos cognitivos. Para lograrlo se requiere pensar seriamente la forma como nos proponen relatar lo que es la educación, lo que es el país y lo que somos nosotros. Poco a poco la información ha copado los espacios y los deseos. Con esta información se intenta dar cuenta de los acontecimientos educativos y de las urgencias educativas y pedagógicas.
Nieto no usó la educación, la crónica no es un discurso informativo, sino como la hemos dicho ya, un discurso universal, descriptivo y oral. La información no considera el espacio, el tiempo, la oralidad, lo universal y lo particular, la información es neutra, escueta, sin prosa, sin abstracción o concreción. La información no tiene sujeto, objeto o significación y de todo esto están hechos los relatos que hoy vemos en la escuela, la calle, en la televisión y en el periódico. Estos relatos informan pero no al modo de las crónicas de principio de siglo. Usan la crónica, relatan pero al pie, de la mano de la información, es decir, buscando desesperadamente la noticia. Esta búsqueda se hace sin viaje, lectura y conversación que era lo que hacia posible la crónica de Nieto.
Crónica de una muerte anunciada y Noticia de un secuestro muestran en toda su profundidad los cambios notables en el relato, en la forma de decir lo que es, en la manera de hacer una crónica y de dar una noticia. Estas dos obras de García Márquez son un ejemplo de cómo la crónica no es la simple información y la escuela noticia. Allí el escrito no es algo que se inventa una ficción, que vive en una abstracción sino que es un sujeto que sabe decir el decir, que ve de tal modo que no sea una constatación de lo que existe pero tampoco una conversación amable.
La pedagogía de Nieto se construyó en parte con los relatos de su tiempo, con la forma de hacer crónicas, que usó como un relato que permitía hablar y saber del Gimnasio y a la vez lograr su defensa. Es un hecho que con los nuevos cronistas los relatos han cambiado y con ellos, hablar de la realidad y la sociedad, lo que falta y es urgente es que los maestros, los educadores, y la propia escuela se apropien de estas nuevas formas de relatar, de saber decir la verdad, de hablar de los acontecimientos. El informar, el dar la noticia, el producir murmullo, y palabrería no tiene nada que ver con la verdad, al contrario sólo en el silencio y con escritura se puede llegar a conocer. Lo que obligaría a convertir el relato periodístico en un relato crítico, el hombre en una subjetividad y la crónica en su ensayo. El acercamiento del maestro a la investigación debería pasar por toda una distancia crítica respecto de la noticia o los relatos informativos que se hacen de las cosas, de las instituciones y de nuestras experiencias. Hoy más que nunca el periodismo, con un discurso que convierte la noticia en información, la crónica en frivolidad, la investigación en producción de conocimientos nos trata de alejar de la realidad, de los problemas y de nosotros mismos.